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El positivismo se puede aplicar a cualquier área de la vida, ya no sólo en la vida laboral o personal. Podemos transmitirlo a los demás, en nuestro entorno e incluso a los más pequeños a través de la educación. E incluso, podemos ir más allá y aplicar la crianza en positivo cuando un nuevo miembro llega a la familia.

Por esta misma razón, en el artículo de hoy cuento con la colaboración de Lai PV del blog Así piensa una mama, que nos va a hablar de la crianza en positivo en profundidad. Te dejo con ella 😉

Crianza en Positivo by Lai PV

 

Índice

Crianza en Positivo. 

Gracias Nika por prestarme un espacio para contar mi experiencia criando de una forma positiva, algo que personalmente creo que ha cambiado a mi familia.

Primero, quiero dejar claro que no me identifico con un estilo específico de crianza, sino más con una mezcla de varios que considero esenciales y que se parecen mucho aunque tengan nombres distintos: crianza respetuosa, crianza con apego, crianza en positivo, crianza empática…

Para mi soy una mamá que los mezcla todos. No soy psicóloga ni educadora. Lo que sé es lo que he aprendido de mi experiencia, y de los libros que he ido leyendo según el camino por donde quería ir.

Pero voy a ir un poco al inicio. Mi primera hija nos cambió la vida, como imagino se la cambia a todos los padres la maternidad/paternidad. Ella necesitaba contacto y movimiento constante, era como un bebé de alta demanda. Pero en esa época no supe romper mis barreras o los aprendizajes que tenemos como sociedad, para acercarme a ella como lo pedía.

En aquella época sentía que había que mantener rutinas y límites, no depender del bebé al 100% y que este marcara sus propios ritmos. Recuerdo esa época como una lucha interna por lo que me nacía hacer y lo que debía hacer. Por suerte, conforme fue creciendo desarrollo muy rápido muy lenguaje, así que me fui dejando llevar un poco por lo que leía, aprendía, y lo que me nacía.

Por ejemplo, recuerdo que no me ha gustado nunca decirle “no” todo el día, una y otra vez para que no se acerque a cosas que se rompan, para que no tire o desordene algo. Siento que el “no” mil veces repetido pierde fuerza y mensaje, y que no es la forma. De esa lucha y con la ayuda del nacimiento de mi segunda hija, que me dio una energía especial para hacer lo que nacía de mí, empecé una transformación hacia lo natural, hacia anteponer el respeto y la empatía a todo lo demás.

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El camino no ha sido fácil, pasé una época de mucho estrés en la que gritaba a mis hijas, pero una lección de mi hija me hizo reaccionar y me propuse y he cumplido que los gritos no entran en mi familia. Pero para mí, la cosa no quedaba ahí. Quise cambiar la forma en que les decía las cosas, la forma en las que marcaba límites y exigía responsabilidades.

 

DAR EJEMPLO

Los niños se fijan en nosotros como modelo a seguir. Si queremos educarles de manera positiva, pero cuando nos escuchan hablar de dificultades todo parece un reto imposible de superar, reciben dos informaciones cruzadas.  Hay que tomar una actitud positiva ante la vida, y así a ellos los contagiaremos.

Y si después de una tarde de juego el salón esté echo un desastre, en vez de comentar el desorden, pensemos en cómo hemos disfrutado jugando con ellos y contémosles a ellos que nos ha encantado el tiempo compartido.

No es solo jugar con ellos, es bueno decirles que disfrutamos de esos momentos, y abrazarles y mostrarles nuestro cariño, sin un motivo especial.

 

El NO

Por un lado, haciendo referencia al ejemplo que mencionaba arriba, decidí cambiar el No por frases positivas o indicativas.

En vez de decirles “no te subas ahí que te vas a caer” les digo “cuando uno se sube a una silla lo hace con cuidado”. Si se intentan servir agua solas en ve de decirles “ya lo hago yo que la vas a tirar” les digo “acuérdate de ponerla despacio para evitar que se caiga. Y si se les cae, saben perfectamente que no pasa nada, solo les pido que vayan por un poco de papel para secarlo. Nada más.

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ALENTAR EN POSITIVO

La forma de alentar o impulsar a los niños que intenten cosas nuevas o que no les resultan fáciles, también afecta mucho a las motivaciones que tendrán. Si les decimos “no sé porque tienes miedo si no es nada”, no les está infundiendo seguridad, solo atacando su autoestima. En cambio, si te limitas a decir “inténtalo, tú puedes” o cuando no les resulta a la primera decir “Si no sale a la primera, mañana intentamos de nuevo” eso les hace saber que creemos en ellos, en sus posibilidades, y entienden que la práctica es importante para que las cosas salgan bien.

No por fallar una vez, se es malo en algo. - piopialo

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También me gusta reforzarles aquellas cosas que van aprendiendo a hacer solas, y que no tengo que pedirles. Cuando aprendieron a vestirse solas, los primeros días las felicitaba por haberlo realzado sin ayuda. Cuando recogen sus juguetes, o ayudan con la mesa, también les agradezco el esfuerzo y el gesto. Me gusta que sepan que se valora lo que hacen, aunque sea una tarea familiar, siento que agradecer nunca está de más.

 

EMPATIZAR

Esforzarme por empatizar cambió mi forma de ver las cosas. Porque la teoría de querer ser empáticos es una cosa, y otra es empatizar cuando tienes a un niño pequeño gritándote porque no se quiere ir del parque.

Antes había momentos en los que creía que me tomaban el pelo (no sé quien dijo por primera vez eso que los niños manipulan, pero qué daño hizo!), ahora siempre me paro a pensar por qué están haciendo una rabieta, o insistiendo tanto en algo.

A veces me doy cuenta que estaban tan cansadas que ni siquiera se dan cuenta que llevan media hora enfadadas por algo que normalmente no les importa, a veces con preguntarles me doy cuenta de lo importante que es ceder un poquito (como un baño con mucha espuma en vez de una ducha rápida) porque para ellas significa disfrazarse de papá noel.

Aprendí a dejarlas opinar, dejarlas argumentar y dejarlas defender sus posiciones. Dejarlas expresar sus frustraciones, sus emociones, sus razones, las ha ayudado a no enfadarse tanto, a no hacer rabietas, pues se sienten escuchadas y valoradas.

Ahora expresan su opinión y por qué se enfadan. La comunicación fluye mucho mejor. - piopialo

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Obviamente hay cosas que a veces no pueden hacerse. No podemos bañarnos en la playa en pleno invierno, o comer caramelos todos los días, pero hablando ellas comprenden y acceden con más facilidad.

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EL BUEN HUMOR Y LAS PEQUEÑAS LOCURAS

A veces decidir reírse de los problemas hace que se vean las cosas con otra perspectiva. Un día deje pintando a las niñas con tempera, y me las encontré pintadas enteras con pintura. Cuerpo entero. ¿Cuál sería la primera reacción esperable? ¿Gritarles? ¿Castigarlas? La verdad es que me eché a reír. Habían empezado pintándose manos y pies para hacer huellas, y habían terminado pintándose brazos y piernas (por suerte no la ropa).

Les pedí que cuando quisieran hacer eso me avisaran primero (cosa que han hecho desde entonces), y les di un baño que tiñó el agua de rojo, cosa que las hizo aun más felices.  Y a veces conviene hacer locuras en familia. Recientemente nos mojamos todos los pies a orillas del mar en un cálido día invernal. Nos reímos mucho, hicimos unas fotos bien bonitas, y lo pasamos la mar de bien.

 

¿Y SI NOS EQUIVOCAMOS? BUSCAMOS SOLUCIONES

Todos nos equivocamos. No somos perfectos, cometemos errores, a veces sin querer, a veces porque nuestras decisiones no son las más acertadas. Pero de los errores se aprende. A mi me gusta transmitirles eso a mis hijas. Que pueden equivocarse, pero es importante buscar soluciones. Si vuelcas un vaso de agua, no es suficiente con decir “lo siento” y seguir con lo tuyo sin hacer nada. No puedes volver atrás hasta antes de volcar el vaso, pero si puedes ir a buscar un papel para secar el agua derramada.

Lo mismo cuando se pelean. Si una empuja a la otra, no es solución solo pedir perdón. Es ponerse en el lugar del otro, es abrazarla para consolarla. Es hablar de porqué hemos llegado a ese punto, de como nos sentimos, para que la próxima vez no lleguemos hasta el empujón.

Estos y otros cambios he ido introduciendo, mientras aprendía por el camino a ser la mamá que quiero ser, y han cambiado al ambiente de la casa, la comunicación, todo. Me siento feliz de ver el cambio, de ver que se puede, de ver los efectos positivos también en ellas, que ganan en confianza y autoestima.

Y, para los adultos, una forma de ver el mundo más positiva que a mi me encanta es practicar dos cosas: una, ponerse siempre en la piel del otro (no solo con los niños) y lo segundo, agradecer.  Agradecer cada noches las cosas buenas que nos han pasado ese día, aunque sea un momento. O quizás por la mañana sobre el día anterior, para empezar bien el día. Al hacer este ejercicio, uno se olvida un poco de las rutinas que se hacen pesadas, y recuerda esos momentos buenos del día.

Un abrazo, nos seguimos leyendo.

Soy Lai, una mamá de dos pequeñas terremoto que vive actualmente a 13.000km de donde nací. Cuando me inicié en la maternidad, lo aprendido de generaciones anteriores chocaba con algo que crecía en mí. Después de unos años de choque conmigo misma, decidí dejarme llevar por eso que sentía era lo mejor: la crianza respetuosa y empática. El camino hacia ella es un proceso que comparto en el blog, para quien quiera seguir ese camino. Además, surgió en mi unas ganas de ayudar e informar gracias al blog, y ahora soy asesora e lactancia y doula, y me formo en crianza positiva siempre que puedo.

 

Lai, muchísimas gracias por todo y sobre todo, por darnos tu punto de vista sobre la crianza en positivo. Seguramente ayudará a todas las lectoras a ver que se puede educar de forma más comprensiva, reforzando valores y ayudando a que los niños de hoy sean en el futuro adultos sanos, con una autoestima fuerte y sobre todo, más conscientes, sabiendo que la vida hay que disfrutarla. ¡Gracias de corazón!

Ahora, es tu turno, ¿Conocías la crianza en positivo? ¿La practicarías? Déjanos tu opinión en los comentarios.

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